Primero de todo me gustaría que leyerais este escrito al mismo tiempo que escucháis la canción de Tom Waits (Temptation), el video del post.
Hoy os voy a contar una historia real… de esas que me encantan… esas historias que crea el vaivén de la vida… del que todos, queramos o no, somos hijos.
20.12…. línea azul del metro de Barcelona, no me acuerdo la parada.
Sube una señora bastante estrafalaria... debería tener unos cincuenta y muchos… si mas no los aparentaba.
Vestía un vestido verde largo hasta media pierna… una chaqueta dorada brillante… unas bambas negras… y en las manos unos guantes a modo de tela de araña que llegaban hasta la mitad de los dedos… una vestimenta peculiar.
Su pelo, oscuro, largo y suelto entrecubría su rostro… un rostro pálido, con unos labios rojos… seguramente pintados de rojo. Con unos parpados coloreados de negro en los que destacaban tres puntos blancos… sus uñas igual que los parpados… negros con puntos níveos.
En su mano… una cesta pequeña. I dentro de la cesta… un conejo tapado por una mantilla verde… si, si un conejo.
La señora se sienta a mi lado… ningún problema, aunque la cara de asombro de la mayoría de vecinos de vagón mío… y supongo que la mía, delatan que aquello no es normal.
La mayoría de gente mira extrañada y sonríe… hasta el momento el conejo se mantiene quieto en su metro particular… pero la gente sonríe porque la señora agasaja y habla con el conejo… dialogo no habitual, pero… ¿quien no ha visto a alguien hablar con un perro?
De repente al conejo le entran delirios de grandeza y… ¡no habla, tranquilos!… solo se mueve… la tentación de salir de su cesta es muy grande. La señora, atenta lo frena. Primer aviso.
Segundos mas tarde el conejo vuelve a no resistir la tentación… casi lo logra pero la señora, muy atenta, lo vuelve a parar… para calmarlo, la señora, saca un poco de lechuga de dentro el canasto y consigue calmarlo.
Las caras de la gente expresan su admiración por la señora, ha logrado parar la emancipación del conejo dos veces… nadie ha hecho nada… nadie ha dicho nada… solo sonrisas y sorpresa en los rostros de la gente… espero que todo haya sido divertido hasta el final de trayecto y el conejo no haya logrado escapar.
20.29… próxima parada Collblanc… mi destino… me levanto, miro a mi alrededor… sonrío. Miro a la señora… sonrío, y por dentro le doy las gracias por haber inspirado mi nuevo post… la tentación del gato empezó cuando por mis oídos entraba la melodía de “Temptation”… que grande es el vaivén… que grande es Tom Waits.
Gracias señora… si la veo de nuevo le daré las gracias personalmente, los que me conocen saben que lo haré.
martes, 6 de noviembre de 2007
Tom Waits y los hijos el vaivén.
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1 comentario:
La verdad es que lo de la historia de esta señora es surrealista pero interesante. Tenemos que admitir que todo lo que se salga de lo que consideramos "normal" nos llena de asombro y ¿por qué no? de perplejidad. Personas como ella siempre dan un toque de color a las ciudades. Algunas acaban sus días como figuras de bronce en algún parque olvidado, pasto de las chiquilladas o de los flashes de los turistas. Otras, por desgracia, mueren en el anonimato. Solamente algunas perviven en la memoria de gente como tú que, a través de un post, o en un café, o en un libro, describen lo inanimado.
Un abrazo.
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